En unos segundos se puede vivir toda una historia y en uno segundos terminarla.
Fue tan solo un breve y efímero momento en que la mirada de dos desconocidos se cruzan en medio de la marea de gente que se encuentra en el bus. Ambos por casualidad, el destino o Dios, cruzan sus vidas en ese segundo, en esos minutos.
Ella entra en el bus, ingenua, con la mirada baja; pero, al momento en que el carro empieza su andar, ella alza la mirada, tan solo esperando un espacio para sostenerse. Sin embargo, encuentra mucho más. Encuentra un joven que a pesar del cansancio que reflejaba, era atractivo y de mirada cautivadora. Sus manos coinciden y ella no puede evitar pensar lo que sería si de ese contacto surge una historia de amor.
Sus cuerpos están tan cerca, que en el momento se detiene el bus y el tumulto de personas que buscan salir del apretado lugar, alguien la empuja hacia adelante. En ese instante, en ese único y corto instante: sus cuerpos se unen, sus miradas chocan, y una sonrisa de sus labios aparece. Tal vez contentos por ese corto y único instante en que sus cuerpos se juntan.
El viaje continúa y los signos de cansancio son claros en él. Recuesta su cabeza en el tubo de donde ella se sostiene para no caer. El rostro del joven está tan cerca de la chica, que con ligeros movimientos podría acariciar su blanco y suave rostro. Casi puede sentir en su dorso los cortos vellos de su barba, la cual está dejando crecer.
Su nariz roza su mano, de lejos parece un enamorado que besa con gran amor la mano de su amada. Ella no deja de desear que fuese así. Él su amado y ella su amada, pero sólo son dos desconocidos cuyos caminos se cruzaron en ese fugaz instante.
El abre los ojos, que durante su acercamiento los había tenido cerrado. Ella se anima a darle fugaces miradas, no quiere que se note su evidente interés. Prefiere observarlo en silencio, sabe que no lo volverá a ver y no quiere lastimarse. Sin embargo, los ojos azules la cautivaron, sabía que no lo olvidaría. Esa mezcla de ojos azules y cabello castaño, apenas más alto que ella, pero no más que un par de centímetros.
Sus miradas vuelven a cruzar y él vuelve a sonreírle, ella automáticamente le devuelve la sonrisa contenta por ese intercambio. Tal vez fue inconsciente o tal vez muy consciente de lo que él produce en ella.
El carro se detiene ha llegado a la parada de ella. Una última mirada. Ella se baja y él detrás de ella. Se emociona pensando que le hablará.
Ambos se detienen en la misma parada, pero él camina hacia la derecha y ella a la izquierda. Sus destinos se han separado. Ambos saben que no se volverán a ver. Quedando esos momentos compartidos, como pasajeros, como una estrella fugaz, breve y efímera, cómo ilusiones jamás cumplidas.
La historia de amor que termino igual que empezó, en segundos.